jueves, 30 de junio de 2011

Placeres culposos

Tengo muchos placeres culposos. Uno de ellos lo disfruto el día de hoy. Ha llovido todo el día, es de esa lluvia "finita", ligera pero tupida, que es casi imperceptible al momento, pero empapa en unos cuantos segundos. Me gusta que llueva, sentir cómo el frío cala mi piel, me gusta la ropa de frío. Cuando voy caminando por la calle, la escena que se forma al frente me puede fascinar: un caminito abombachado de paraguas escurriendo pequeñas gotas de lluvia, todos moviéndose al compás apresurado de sus dueños; de todos colores, tamaños y formas protegen a las figuras humanas, temerosas al contacto con el agua.

Digo que es un placer culposo porque días como este ocasiona muchos daños, sobretodo a países como éste, donde las colonias y comunidades se inundan con facilidad y familias enteras pierden lo poco que tenían. Además, el tráfico se vuelve insoportable por las mismas inundaciones; las personas que no tienen un techo dónde resguardarse se mojan y contraen enfermedades graves, las cuales no pueden atenderse... en fin. Eso me causa culpa. El que me guste algo que causa daño y malestar a otros.

Hay otros placeres culposos que son más bien de índole "moral", porque socialmente esas cosas no están tan bien vistas que digamos... pero de eso hablamos otro día.

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